Un entorno mágico y acogedor envuelve esta casa que posee interesantes elementos que representa el estilo rústico con la añoranza de los cuentos de ayer.
En la visita a esta casa de cuento, se percibieron algunos elementos evocados del recuerdo y de la historia. Algo de gótico por la estructura de piedra para reforzar los ángulos de las esquinas, por las alfombras; lo árabe morisco y en síntesis una fusión de influencias para representar el estilo rústico asociado al colonial y antiguo.
Te invitamos a visitar esta casa de cuento.
Con techo de tejas a dos aguas, la calidez de la piedra y a doble altura se levanta en medio de un paisaje natural campestre esta casa que además tiene simbología interesante en el exterior y en el interior. En la fechada y contrafachada se le ha construido pérgolas con troncos sin pulir aparentando a los de las construcciones más humildes y con las mismas técnicas de ellas. El contraste es interesante y es el elemento que da a esta casa una personalidad especial en su exterior.
Destaca otro punto focal en la carpintería de madera en la puertas y ventanas. Se trata de madera de reciclaje semipulida, ensamblada con diseño rústico y pintada con la simulación del color 3155C de la guía Pantone. Este color se popularizó en las casas de campo inglés y es un icono representativo del estilo rústico.
Apostando a lo rústico y antiguo se observa el mobiliario de diseño colonial pero llevado a un estilo rustico con la técnica de pintura decapada y en algunas áreas de estos muebles se ve el doble decape que le da un efecto roto y desgastado. Detalles de herrería artistica embellecen el espacio. La puerta de establo que abre la parte superior independientemente de la inferior es otra representación del campo colonial.
Para más calidez al ambiente y añorar la tradición de algunas regiones se separo el espacio del salón, con un arco de medio punto, similar a los que se usaban fundamentalmente para acortar el efecto longitudinal de un salón fundamentalmente rectangular. Atractivo adicional lo aporta la piedra de arco, en este caso ladrillo, recordándonos la tradición árabe en cuanto al material.
A manera de tapiz en la pared, una alfombra persa con el símbolo de un rosetón encerrado en un rectángulo y las del piso; una almendra repetida hasta cubrir toda la superficie.
Accesorios llamativos y fusionados como la silla industrial tapizada con piel de vaca, el sofá moderno protegido con un manto. La mesa de centro es una mesa de esquina sin mantel con una figura de porcelana azul estilo holandes. Vasija de cobre y recuerdos del pasado.
Una colección de platos de diferentes estilo y épocas expone cual museo la tradición del estilo rustico y campestre a la vez. La tradicional cocina de leña y la colección de ollas de bronce animan este espacio para el deleite y la observación.
Las sillas de mimbre no tan antiguas acompañan la mesa decapada de estilo colonial americano y replica los colores de la escalera y el salón.
Con la técnica de pintar con esponjado se protege el estilo rústico. Se usaron colores alegres contrastantes. Ignorándose la opción de los blancos y tierra; preferidos en los años pasados. La zona de la escalera es un ejemplo que hace la diferencia.
En este espacio interior se observa otro elemento interesante y es el muro de piedra que desde el exterior observamos en la fachada. No se trata de un revestimiento. Se trata de un muro construido con piedra del camino.
El muro de piedra pintada de blanco, ratifica el deseo de proteger lo rústico dejando ver las ranuras evocadoras del pasado. Una sencilla cortina de malla es lo único que cubre la ventana. El gabetero clásico de madera lijada y pulida con vela satisface mínimas necesidades de almacenamiento.
Era costumbre de la familias adineradas de la colonia construir capillas para la oración como complemento de la casa pero fuera de ella. Una especie de capilla domiciliaria u hornacina que contenían imágenes de un santo o virgen como mecanismo para mantener la fe.
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