La ciudad dispersa y transeuropea en que se ha convertido la costa montañosa de Alicante aloja una población heterogénea atraída por el sol, el mar, el clima templado, la proximidad de servicios o la vegetación frondosa. La promesa de experiencias relajadas y hedonistas cautiva tanto a turistas de temporada como a residentes estables que ven consumadas sus expectativas en escenarios de jazmín y buganvillas. El proyecto participa de este contexto y se diseña para acoger las demandas de una vida multifamiliar en verano y el retiro de jubilados el resto del año.