Una edificio protegido en la Gran Vía de Murcia es un tesoro que hay que conservar.
Un piso de los años 60, con una distribución anticuada y sin elementos de especial valor a conservar más allá de la inmejorable ubicación, con vistas a la Gran Vía y una 8º y última planta que nos da una iluminación excepcional.
Se abren los espacios para tener mayor sensación de amplitud y generar nuevas conexiones, a la vez que se estudian minuciosamente las estancias para ganar la máxima capacidad de almacenaje.