La tradición gallega siempre apostó por las superficies aterrazadas en los terrenos en pendiente, sacando la gran ventaja del acceso directo al exterior y conjugándolo con la separación de la humedad del suelo y el espacio para el establo abajo.
Deshacemos el entuerto: recuperamos parcialmente la rasante original situando la vivienda en una única planta y a una cota elevada. La elevación acogerá el aparcamiento para los coches y servirá para mejorar las vistas y sobretodo, la incidencia solar, tan precisa en esta zona. La simplicidad hará el resto, pensando en la máxima reducción de costes, por economía y ecología. Un volumen compacto, lineal, orientado a las vistas a la ría y al sol.