Los dos últimos pisos de una finca del Ensanche de Barcelona debían reformarse en una única vivienda que aprovechara las terrazas existentes.
El piso inferior consistía en una vivienda de unos 65
m2, con un único frente hacia la calle e iluminación a un patio interior donde comunicaban
la cocina y el baño.
El apartamento superior, de unos 40 m2, había sido
construido con posterioridad, probablemente durante los años 60, cerrando un
volumen en la cubierta del edificio que se aleja tanto de la fachada principal
como de una de las medianeras, liberando una estrecha terraza en este
perímetro.
La organización de la vivienda orbita alrededor de la
escalera. Ésta se convierte en algo más que un elemento de comunicación entre
las dos plantas, absorviendo la cocina y un espacio de almacenaje en la planta
inferior; y el estudio y el espacio para la colada en la superior. La escalera
es también un espacio de relación visual entre plantas, a través de una ventana
en el rellano y una gran abertura en el estudio superior que permiten visuales
desde éste hasta la cocina. Esta solución permite que la relación entre las
plantas sea más natural, y se pueda entender la vivienda como una sola, y no
como la agregación de dos plantas superpuestas.
Dada la superfície de cada planta, entendimos que
debíamos organizar la inferior como planta principal, donde alojar la entrada, la
sala de estar, el comedor, la cocina, una habitación para los niños y un baño;
y la planta superior como espacio más íntimo de los padres, con su habitación,
baño y estudio.
En las terrazas, una escalera abatible permite que el
espacio de la terraza inferior, algo estrecha por naturaleza, se aproveche al
máximo, dejando la superior como espacio de utilización más puntual, para
algunas celebraciones. Un toldo retráctil en la terraza superior protege del
sol de mediodía y, más importante aún, define estos espacios convirtiéndolos en
unas estancias, la inferior a doble altura, entre lo interior y lo exterior.
El suelo hidráulico existente se había eliminado en
reformas anteriores y sólo quedaban piezas para la mitad de la superfície, pero
tuviemos la suerte (y estuvimos atentos) que en el mismo momento que
empezábamos la obra, en otro piso de la finca se estaba haciendo una reforma
donde iban a tirar las piezas hidráulicas de éste.
Recuperamos todas las piezas que pudimos de ambos
pisos y las clasificamos por tipos para ver qué opciones teníamos con un número
de piezas que encajaba justo para la superfície de la planta inferior. La
colocación de las piezas, después de varias opciones, acabó definida por unas
franjas por tipos, independientes de la distribución, que ayudan a entender la
planta como un único espacio contínuo.
En esta planta, toda la carpintería de madera, tanto
puertas como ventanas, se conserva, manteniendo el “espíritu” del Ensanche que este
piso había tenido. En la planta superior, en cambio, donde no había ningún
material digno de conservación, tanto el suelo como las ventanas se
sustituyeron por elementos nuevos.