El proyecto consiste en la ampliación de una casa de fin de semana de una urbanización de Sant Esteve de Palautordera, una casa de veraneo de dos plantas construida en varias fases durante los años 80. El nuevo programa para la ampliación prácticamente dobla la superficie inicial y, por lo tanto, la nueva construcción difícilmente podría entenderse como un añadido más de la casa original. El planteamiento pues, desde un inicio, fue tratar la globalidad del proyecto como en una pareja de baile, donde cada uno interpreta su papel bajo una misma música.
La casa original consiste de un volumen principal
rectangular al que en fases posteriores se le habían añadido un porche y una
galería elevada. La primera operación consiste en la eliminación de estos
añadidos, dejando la casa prototípica como tal – una casa con cubierta a dos
aguas y paredes blancas perforadas por ventanas.
La ampliación se construye con la misma voluntad de
inmediatez que la casa inicial, presentándose como un volumen rectangular de
cubierta plana que casi repite la anchura del cuerpo existente y que queda por
debajo de la cubierta inclinada de la primera.
La nueva pareja está formada por dos personajes
similares. La volumetría, las dimensiones y proporciones de las aperturas, así
como los materiales y técnicas constructivas de las dos piezas son parecidas.
Son piezas iguales pero no idénticas; ninguna se erige como pieza principal,
aunque es fácil distinguir entre una y otra. No se trata de dos piezas gemelas,
a la manera de los personajes de Dupond y Dupont, sino que forman una pareja de
singularidades dentro de una unidad, al estilo de Stan Laurel y Oliver Hardy.
La característica más inmediata de esta relación entre
similitudes y características propias de cada volumen está en el tratamiento de
la fachada. Aunque los muros perimetrales de los dos volúmenes tienen el mismo
origen y, básicamente, el mismo tratamiento, la ampliación muestra las capas
que constituyen su blanco vestido; el ladrillo, el revoco y la pintura blanca.
El rayado de las fachadas da un cierto protagonismo al volumen nuevo que
compensa su menor dimensión y aporta una ligereza y una fragmentación que
desdibuja sus límites hacia el jardín.
Entre los dos volúmenes, trabajando como una rótula,
situamos la entrada y la nueva escalera. Esta zona está ligeramente retirada de
los planos de fachada y su altura es menor con el propósito de no erigirse en
una tercera pieza equivalente a la pareja principal. Se trata claramente de un
espacio entre los protagonistas, que funciona tanto desde la volumetría como
desde el programa, organizando las circulaciones y mostrando el origen, el
proceso y, en definitiva, la estrategia adoptada.