Los
relojes que aquí se exponen son obra de Carlos Fernandez-Ardavín y están
fabricados como en la época medieval. Inspirándose en los primeros relojes
mecánicos y estudiando la bibliografía existente sobre la mecánica de la
relojería antigua, Ardavín ha creado unos relojes que, si bien no son copia de
ningún modelo original, tienen el mismo funcionamiento que los relojes góticos,
poseen los mismos sistemas mecánicos y están construidos con los mismos
materiales y usando las mismas técnicas que se usaban en la época.
Su hija, María, continúa con el oficio de relojería medieval que su padre le enseña día a día.
Centrémonos
ahora en el reloj gótico mecánico, el primer auténtico reloj, protagonista de
esta exposición. El reloj mecánico es la máquina por excelencia, el mecanismo
prístino. De este conjunto tosco de ruedas y barras de hierro que compone un
reloj gótico derivan, no solamente nuestros modernos cronómetros, sino toda
nuestra mecanización presente y futura. Nadie recuerda ya que de este mecanismo
primigenio provienen las llaves de las armas de fuego, todos los artilugios
movidos por resortes y todos los ingenios que hicieron posible la
automatización. Todos los núcleos de industrialización
del Renacimiento se desarrollan a partir de una cédula aún
gótica: el fabricante de relojes mecánicos.